Volar en Morón

Aldo Pignato, jefe de la escuadrilla Fénix en Malvinas, siete misiones secretas. Se jugó la vida en el cielo de las islas y, a los 84 años, es el director de una de las escuelas de aviación del aeródromo local.

Los aviones enemigos los perseguían y entonces, por detrás de ellos, aparecían los Mirages y los A4 y los derribaban.

“Salíamos simulando un ataque temprano para restarle capacidad de defensa al comandante inglés”, destaca afable, bien dispuesto, Aldo Pignato.

Tiene 84 años, es vecino de Ituzaingó y director de una de las 10 escuelas de aviación que funcionan en el aeropuerto de Morón, la que tiene como base el “hangar cinco”.

“Cualquiera puede aprender aviación, a partir de los 16 años y nueve meses y hasta que las capacidades psicofísicas lo permitan”, enciende los motores en su oficina.

“Yo empecé a volar a los 17 años, en 1947 en un Piper J3; inicialmente comencé en San Justo y en el ’49 llegué a Morón, y nunca más me fui.”

Hay alrededor de 67 aviones repartidos en las escuelas del aeródromo, “solamente afectados a instrucción de vuelo”, informa Pignato.
Entre otras cosas es parte de la “Fundación para la Evolución y Desarrollo Integral de la Aviación Civil”, su objetivo es darle una oportunidad a toda la gente que va egresando de las escuelas técnicas y facultades tecnológicas de manera tal que los individuos sumen experiencia en la tarea con aviones, motores y equipos. Un modelo a escala real hecho por él mismo descansa en mitad de la oficina. El “hangar cinco” está hecho de historia y tiempo.

“El volar le da a las personas la capacidad de observar las cosas desde un punto en el espacio, es como una butaca observando esta pequeña parte del universo; no nos engañemos, hay mucho por ver todavía”, reflexiona, “lamentablemente en ésta no lo voy a ver, capaz cuando transite a la otra vida”, sonríe el hombre con 84 abriles encima que trabaja 12 horas diarias, aconseja y comparte su valiosa experiencia en el aire con la muchachada del lugar.

“Continuar con la tarea se debe a que uno trató de ser moderado en el curso de su vida, es una cuestión de proponérselo, de no exagerar, cuidarme relativamente. Como todo el mundo incurro en los defectos que la generalidad adopta.”

Su sabiduría discurre en la espontaneidad del relato, se lo nota una persona instruida.

“Me he formado en la lectura y naturalmente sé que si no estoy bien formado difícilmente tenga un buen criterio”, sentencia.

Los oficios de la vida, que se llevan adelante con entrega y vocación, sostienen y estructuran los destinos de las gentes. La importancia del trabajo es fundamental si se hace con amor.

“Los domingos generalmente me los tomo, aunque a veces ocurre algún evento al que uno debe prestarle atención y vengo”, dice.

– ¿Qué cosas hay que tener en cuenta para ser un buen piloto?
– Esto no requiere ninguna preparación especial. Dedicarse a aprender la guía del manual de instrucción y razonarlo, analizarlo; también están los instructores que ayudan a la persona que está aprendiendo para que se ubiquen en el centro del mando de un avión.
Si bien es una carrera costosa, nos informa, si se quiere hacer el curso de un jet, por ejemplo, en EE.UU, “acá, en nuestra escuela, los valores son mucho más baratos, por eso somos elegidos por muchos países de Sudamérica; el curso está en 80 dólares la hora, para tener una idea en Brasil cuesta 200”, especifica atento a todas las cuestiones que hacen a la aviación.

“Yo elegí este lugar porque en mis tiempos era el mejor aeródromo, lo sigue siendo. No nos olvidemos que este aeropuerto nació el 29 de diciembre de 1925 como internacional, por un decreto del entonces Presidente de la Nación Marcelo Torcuato de Alvear. Se inaugura oficialmente en octubre de 1926 y en el año 1929 se convierte en el primer aeródromo con balizamiento nocturno. El 12 de octubre de ese mismo año aterrizó el primer avión de la empresa Panagra, con pasajeros y correo, en esta plataforma.”

Aldo estuvo presente el día en que Juan Domingo Perón aterrizó en el aeropuerto de Morón, después de no poder bajar en Ezeiza aquel 20 de junio de 1973.

“En aquel momento esto era la Séptima Brigada, había suficiente resguardo desde el punto de vista de la seguridad para evitar cualquier inconveniente. Era un tiempo de cambios políticos muy interesantes, que obviamente hacían falta y se dio en ese momento. Ese día yo me encontraba en este aeropuerto trabajando.”

Cuando le tocó ir a Malvinas tenía 58 años, volaba un jet similar a uno de los cazas que atacó al buque inglés “Invencible”. El desempeño de los pilotos de la Fuerza Aérea en le guerra de Malvinas es de público reconocimiento. Nunca retrocedieron.

“De eso puedo dar fe porque en una de las misiones más peligrosas, nuestro jefe de escuadrón salió él mismo en lugar de designar otra tripulación, y ahí lo bajaron, se llamaba Rodolfo de la Colina”, expresa con orgullo.

“El otro día le propuse al intendente Lucas Ghi, que estuvo acá por los festejos de Argentina Vuela, que este hangar se constituya en un museo activo de la aviación civil. El hangar cinco es el más antiguo del aeródromo, tiene más de ochenta años.”

También, junto con una diputada nacional están buscando que ese sector del aeródromo sea declarado Patrimonio Histórico Nacional. Presidentes y destacados aviadores pasaron por ahí.

“Una curiosidad: en un tiempo hubo un aeródromo en Castelar, sobre la estación, entre Arias, Lincoln y las vías. Era un triángulo”, menciona al final de la entrevista, en su oficina antes de salir a la pista a tomarse las fotos de rigor, bajo los pájaros de fierro; fotos que honran estas páginas.

Aldo nació en el ’30. En el ’41 estaba en una chacra en Carlos Tejedor y en 1942 terminó la primaria en la Escuela N° 4 de Morón. La secundaria la hizo en el colegio Manuel Dorrego. Su testimonio es un valioso legado así como lo es su vida. El agradecimiento grande a él y al Jefe del Aeropuerto de Morón, Raúl Emilio Molina, por compartir con nosotros la posibilidad de conocer mejor a don Pignato.

por Víctor Hugo Koprivsek


 

“Lo que siento por don Aldo es un aprecio grandísimo”, dijo emocionado el jefe del aeropuerto de Morón, Raúl Emilio Molina.
“Lo que siento por don Aldo es un aprecio grandísimo”, dijo emocionado el jefe del aeropuerto de Morón, Raúl Emilio Molina.
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