Un nuevo barrio nació en Presidente Derqui. Se inauguró hace dos años y se llama Los Milagros. Está ubicado al fondo de la calle H. G. Martin, entre el barrio Los Laureles y Santa Ana. Son 34 casas hechas por el Gobierno y la Municipalidad de Pilar.
El criterio para otorgar las viviendas es digno de resaltar: familias con hijos con capacidades especiales, problemas de salud crónicos y diferentes patologías. También un alto porcentaje de madres solas con hijos.
Sin embargo, en menos de 24 meses de haberse inaugurado, los problemas que padecen los vecinos no son pocos.
“Hay familias que no pueden tomar el agua, porque sale barro”, declara una mamá de nombre Mercedes.
“Todas las semanas tienen que venir a desagotar los pozos negros porque se llenan, nos dijeron que no tienen ni cuatro metros de hondo”, informa otra.
“Hay casas, como la mía, donde brota agua de las paredes y el piso, directamente no se puede estar por la humedad”, se suma Mariana con su hijita en brazos de nombre Maia (2 años), con problemas respiratorios.
“A las 11 de la noche quedamos totalmente aislados, no entran remises, colectivos ni ambulancias porque las calles son un desastre”, informa Graciela junto a su hijo Pedro, que tiene retraso mental y está en silla de ruedas.
“Encima de todo, a las 6 de la tarde nos tenemos que encerrar porque la cantidad de mosquitos que hay es impresionante, jamás vinieron a cortar el pasto ni de los campos que rodean el barrio, ni del canal que está ahí”, señalan al costado de las casas donde hay un terrible zanjón lleno de agua.
“Acá somos todas familias con menores a cargo y muchos de ellos especiales, por eso la necesidad de que estén bien las calles, que no se estanquen las aguas, que mantengan los pastos cortos, más ahora con el tema del Dengue. Nosotras estamos súper agradecidas por la oportunidad que nos dieron de tener la vivienda propia, pero se nos hace muy difícil vivir en esta situación”, declara Carmen.
“Cuando fuimos a ver al delegado municipal y le pedimos si por favor podrían venir a darnos una mano con el pasto, nos respondió: ‘Encima que les regalaron las casas se quejan’”, reclaman indignadas y continúan “acá nadie nos regaló nada, tenemos que empezar a pagarlas, que es muy distinto”.
-¿Alguien tiene idea de cuántos metros tienen las perforaciones de agua?
-Si llegan a 15 es mucho-, responden.
“Nosotros nos cuidamos entre todos, pero si algún chiquito levanta fiebre o algo, a la noche estamos totalmente desamparados”, continúa Mercedes.
La mayoría de los chicos van a la Escuela Especial Nº 502, que queda a más de 40 cuadras del lugar.
-¿Cómo hacen para ir todos los días al colegio?
-Cuando no hay colectivos, caminando.
-¿Qué sintieron cuando vinieron a vivir acá?
-Sentimos felicidad, una dicha increíble, nosotras no somos personas mal agradecidas, al contrario, el problema es que lo que hicieron con estas casas es un desastre.
-No puede ser que a dos años de inauguradas tengamos estos problemas.
Cada uno en su lugar reflexionará o no, acerca de la realidad de este barrio.
Apenas 34 casas que bien podrían haber marcado la diferencia a la hora de construirse, pensando primero en la calidad de vida de sus moradores, seres humanos con capacidades diferentes y mujeres remadoras de lo imposible. Pero no.