“Cualquier forma de expresión del arte es, en el fondo, lo único que nos hace libres”

María Amelia Díaz es un cofre de poesías escondido esperando ser descubierto por oídos deseosos de belleza.

Nació en Ituzaingó en una clínica que estaba frente a la estación. Sus ojos observadores se quedaron en el Oeste, incluso después de casarse – su esposo es médico y músico de jazz-, porque todavía tiene aire de pueblo, poco contaminado con ajetreo, bochinches y ruidos sofocantes como los que ahogan a la Capital sin pausa.
Será también que la naturaleza la amarró con raíces de madreselvas y rosas chinas a esta tierra verde.
De sus tres hijos -una mujer y dos varones – sólo el más chico, que es médico, vive en Capital; el resto – incluidos sus 4 nietos – también eligió echar anclas por estos cielos azules.

“Empiezo a escribir por la lectura, los cuentos eran el mejor regalo que podían hacerme, los sabía de memoria y antes de aprender a leer los contaba con las mismas palabras, era fanática; y porque mi mamá me motivó mucho, a ella le gustaba muchísimo leer y eso es muy importante: tener alguien que te acerque a los libros”, recuerda María Amelia, que fue a la escuela primaria n° 6 de Ituzaingó –actualmente la N° 1 – cuando recién se había inaugurado; después la verían pisar las baldosas de sus patios el Instituto Sofía Bunge y la Universidad del Museo Social Argentino, en donde estudió Bibliotecología.
“Yo escribía pero para mí. Hasta que mi marido me sugiere hacer algo con esa pasión que sentía. Entonces empecé a ir a los talleres de Osvaldo Rosler y Atilio Castelpogi. La vida te va llevando, ya había sacado algún reconocimiento… Después me llamaron de la Sociedad Italiana para dar talleres, fui planta permanente de la Municipalidad dependiendo de la Dirección de Cultura hasta el año pasado, cuando me jubilé”, y agrega que durante 20 años estuvo a cargo de esos talleres literarios.

Poesía y ensayo son sus géneros favoritos, aunque la narrativa también se encuentra en sus anales. María Amelia y su imparable energía la llevan por cauces de ríos cristalinos en donde las palabras son como peces multicolores yendo de aquí para allá en la hoja en blanco y poblando su vida de cosas vividas: 5 libros editados, antologías que cuentan con su nombre entre sus páginas, la presidencia de la SADE Regional Oeste, cafés literarios en la Casa del Poeta, y en la actualidad en el bar Lavalle, esquina Rodríguez Peña, los segundos lunes de cada mes, de 19 a 21 hs.

Tenía 30 años cuando empecé a escribir para afuera, pero escribo desde la adolescencia. Soy muy lenta. Entre un libro y otro corrijo mucho. Soy demasiado exigente. Borges decía que publicaba para dejar de corregir. Tenía razón”, asegura mientras el aroma a café inicia su ondulante peregrinación por la casa.
“La inspiración me llega siempre antes de dormirme, ese instante al que denominan umbral. Si tengo un papel, garabateo algo. A partir de una palabra, algo que leo, surge una imagen. Siempre hay que escribirlo. Después a lo mejor te sirve o no… Y a veces te vienen cosas que hacen que te salga una poesía entera”, reflexiona y luego confiesa su gusto por recitar poesías. “Yo me asumo como poeta. Será que me sale la ariana intempestiva de adentro. Si escribo poesía soy poeta, ¿o no?”, pregunta.
“Hoy en día la autogestión es la única manera de editar un libro. Las grandes editoriales no editan, menos poesía. Se lee mucho a los clásicos porque nadie acerca a los autores contemporáneos, no importa el género literario que sea. Los cafés literarios se llenan de muchísima gente joven que se reúne pero se quedan en eso nada más”, comenta y la preocupación por un mundo cada vez menos inclinado a la literatura ensombrece su rostro.
“Para mí la literatura es…”, no continúa, queda en suspenso la respuesta, apenas unos segundos. “Yo creo que todos venimos al mundo con algo adentro para expresar. A algunos se les va quedando por el camino por circunstancias de la vida, porque no se preocupan por alimentarlo, porque nadie los incentiva o apoya en esa elección del arte como forma de expresión. Cuando digo expresión me refiero tanto a un bordado como a escribir. La literatura es mi forma de expresión y cualquier forma de expresión del arte es, en el fondo, lo único que nos hace libres”.

Huidobro, Marechal, Saint-John Perse en poesía, ocupan estantes preferidos en la biblioteca de su casa.
Después en narrativa Borges, insuperable; y Faulkner, el cubano Alejo Carpentier, Vargas Llosa. De pequeña, ya era una lectora avanzada: entre los 9 y 10 años leía las novelas de la colección Robin Hood, Ana Frank, lo que cayera en sus manos; alguna revista de chistes, Patoruzito.

“Mi sueño es cambiar la mentalidad de aquellos que creen que las obras de teatro, conciertos, exposiciones de arte, etc., que se hacen en la zona no son de buena calidad. A mí me parece que tenemos que explotar más lo cultural porque cada ciudad tiene su identidad. Pareciera que el Gran Buenos Aires es succionado por la Capital Federal. Deberíamos aprender a salir por acá. Osvaldo Milano hacía obras de teatro hermosas, fue un pionero. Bueno, se necesita más de eso: sacudir un poco a la gente”, confiesa ya finalizando la charla.

Existen tesoros escondidos en nuestros barrios. Pintores, escritores, escultores, fotógrafos, cineastas; habitan cerca nuestro, son nuestros vecinos y llenan la vida de belleza con su arte incansable como María Amelia Diaz, poeta.

por Noelia Venier

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