por María Almeida
Cuando hablamos de inclusión hablamos de incluir, integrar, hacer parte, entre otros, a alguien que por el motivo que sea no lo está siendo, y con ello, no está accediendo a las mismas posibilidades que el resto.
Cuando hablamos de autismo y pensamos en el cotidiano de sus vidas, en muchas situaciones nuestros hijos NO SON INCLUIDOS, NO SON PARTE y, con ello, no están teniendo las mismas posibilidades, se están vulnerando derechos.
Desde la escuela y el acceso al aprendizaje, hasta el poder ir a una plaza de juegos, ir al cine, fiestas de cumpleaños, obras de teatro, baños, supermercados. Y si pensamos en adultos con TEA, hay muchos ámbitos en que no son incluidos y muchos más derechos a los que no acceden.
Imagínense, con la edad de 18 años, ¿qué les gustaba hacer, qué esperaban hacer, qué necesitaban hacer?
Yo, con 18 años pensaba en mi primer trabajo, en estudiar alguna carrera, en salir con mis amigos a boliches, en tener una independencia tanto económica como emocional y social.
Los adolescentes y adultos con TEA también tienen las mismas necesidades que el resto. Y la gran pregunta es: ¿los adultos con TEA ACCDEDEN A ESTO? ¿Pueden hacerlo? Y al NO rotundo de muchos en su respuesta… la pregunta es: ¿por qué no acceden?
Muchas veces tiene que ver con EL DESCONOCIMIENTO POR PARTE DEL ESTADO, ENTIDADES, ORGANISMOS, SOCIEDAD Y LAS NO POSIBILIDADES. Porque la mayoría de los trabajos y espacios al que cualquier adulto accede, no están pensados para personas con autismo. Todos estos espacios suelen generarse en función de “UN TIPO DE PERSONAS”, Y NO EN LA DIVERSIDAD DE LAS PERSONAS.
Si pensamos en un boliche, y la realidad de muchas personas con autismo, los estímulos sonoros, visuales y de aglomeración de gente ya hacen inaccesible el poder ir.
Si pensamos en un trabajo, y en los requisitos para acceder a un puesto laboral, sucede lo mismo.
Ni hablar si pensamos en un estudio terciario, en la vivienda propia, en la independencia económica, social, emocional, entre otros.
Y si pensamos en las prestaciones vinculadas al área de salud, el alma se parte en mil pedazos. Pareciera que, al crecer, nuestros hijos no requieren de los apoyos que años antes necesitaban. Sumado al desconocimiento por parte de los profesionales del área de salud, que por ejemplo al llevar a nuestros hijos a una guardia clínica para atención, lo primero que manifiestan es no saber cómo tratarlos y de ahí en adelante todo es un caos. Es terrible leer las experiencias vividas por familias de personas dentro del espectro.
Como sociedad, tenemos que saber que nuestros hijos con autismo podrían ser partícipes de todo ello, simplemente con las adecuaciones y apoyos necesarios teniendo en cuenta las características de cada persona con TEA. Y un claro ejemplo son las distintas experiencias concretas y reales, al que muy pocos acceden. Los invito a entrar a sus redes y buscar “salidas inclusivas”, el trabajo incansable de “José Luis Cuestas Gómez”, “autismo emprendedor”, “Viviana Gabrielle”, “Brincar”, “Instituto Gironzi”, “Diacco”… entre tantos que intentan visibilizar el mundo de oportunidades que nuestros hijos podrían tener si se les diera, valga la redundancia, la posibilidad. Muchas de estas experiencias son impulsadas por padres, al no haber un espacio ni oportunidades para nuestros hijos adolescentes / adultos. Las mismas se centran en la vida adulta, independiente y digna de las personas con autismo, porque al igual que cualquier persona necesitan trabajar, tener una vida independiente…
Pero las propuestas impulsadas, en su mayoría por padres, no son suficientes, por eso necesitamos que el Estado y la sociedad toda se involucre. Que respondan a las demandas y necesidades de las personas con autismo. El otro día escuchaba en un vivo de Instagram a Viviana Gabrielle, madre de Franco, un adulto de 25 años con TEA, acerca de la experiencia de vida independiente y contaba sobre un proyecto sobre vida en comunidad que se está generando con un grupo de padres. Proyecto ya armado, carpeta de por medio, pero que aún no se tienen los recursos económicos para llevarlo a cabo. También contaba que en varios países del mundo se hace, aquí se lo modificó en función de las necesidades y características de estos adultos con TEA y sus familias. Pero la gran pregunta es por qué en otros países es posible y aquí cuesta tanto. La respuesta está en la presencia del Estado, y es ahí donde con más fuerza necesitamos que el Estado nacional, provincial y municipal se involucre con políticas públicas reales en lo que las personas con discapacidad necesitan, las personas con autismo necesitan. Porque como familias solos no podemos, porque un mundo en el que quepan todos los mundos es posible si todos ponemos nuestra parte…
Yo hablo de autismo, ¿y vos?