Se viene el día de las madres, para algunos comercial, para otros una buena oportunidad de celebrar a esas personas a las que muchos nos llaman “mamá”.

por María Almeida
Dicen por ahí que ser madre implica una gran transformación en la vida de toda mujer, más aún, si se es madre de una persona con discapacidad.
Para muchos, ser madre es una gran bendición. Participar en el proceso de creación de una nueva persona es simplemente milagroso. Pero también es una labor que exige de una gran dedicación ya que ese ser depende totalmente de su madre para sobrevivir.
Es más, se dice que cuando una mujer es madre, sus preocupaciones se multiplican por cada hijo o hija.
Así, la madre en su afán por cuidar de la mejor manera a su bebé, puede que olvide sus propias necesidades, aquellas que eran más sencillas de satisfacer antes de la llegada de su hijo.
A veces, la vorágine del cotidiano nos hace olvidar que antes de ser madre, la persona ya es una mujer. Nunca nos tenemos que olvidar que ser mujer implica ser la persona que siempre has sido, qué te gusta y qué te gustaría ser.
Esto, que parece tan sencillo de leer, implica saber desenvolverse en cualquier ámbito de la vida, sea el físico, el emocional, el espiritual, el familiar o el sexual para alcanzar la plenitud. En otras palabras, ser mujer es ser la protagonista de tu propia vida.
Algo tan simple en las palabras, pero tan complejo para asimilarlo y hacerlo real.
Muchas veces, la sociedad suele ejercer una excesiva presión con respecto a lo que debemos ser. La perspectiva de género que la sociedad ha creado e impuesto a las mujeres a lo largo de los siglos se simplifica en la siguiente frase: “Primero, los hijos; segundo, la pareja; y tercero, vos”.
Es decir, en el papel de madre, la mujer debe sacrificar sus metas, deseos y tiempo para cumplir con el rol que la sociedad ha marcado como el “deber ser” de una madre. En otras palabras, invierte el orden de ser mujer y madre para convertirse en madre y después mujer.
Si eres una mujer que se sacrifica a sí misma por el bienestar de sus hijos, entonces la sociedad te dirá que eres la mejor madre del mundo. Sin embargo, tal vez no te juzgue del mismo modo si de vez en cuando decides darte un tiempo para ti. Ni hablar si decides o no puedes ser madre.
Por eso, en este día de las madres, a esas mujeres “madres” les deseo de todo corazón que no se olviden que antes de madre, eres persona, eres mujer. Que es prioritario que recuperes tus espacios individuales, comiences a delegar tareas y cedas algunas responsabilidades. Que puedas buscar la manera de equilibrar tus obligaciones con tus necesidades. Que te grabes a fuego que, como cualquier otra persona, debes cuidarte y dedicar un tiempo a tus necesidades. Que te corras de ese sentimiento de culpa por dedicarte tiempo para ti.
Que, aunque tengas miles de actividades por hacer, puedas dedicarte aunque sea, para empezar, 10 minutos para ti sola y salir a caminar, escuchar la música que te gusta, hacer lo que te gusta.
Que puedas cuidarte, cuidar tu salud, tu cuerpo.
Amarte, cuidarte, perdonarte, valorarte, respetarte… Dedicarte.
En este día de las madres, con todo el corazón te deseo, nos deseo, que sea el inicio de este aprendizaje… que no es fácil, que cuesta. Y más aún, cuando tenemos un hijo o hija con discapacidad.
Nos deseo que grabemos a fuego en nuestra cabeza y corazón, y en nuestro entorno, que no somos menos madres por comenzar a priorizarnos como personas, como mujeres.
Por eso, a vos que estás leyendo estas líneas, seas mujer, madre, amigo, familia, conocido… te pido que nos ayudes a corrernos de ese imaginario que la sociedad y nuestra autoexigencia nos impone… eso de “ser madre ante todo”, porque “un mundo en el que quepan todos los mundos es posible si todos ponemos nuestra parte”.
Yo, como madre, hablo de autismo y aprendo a diario, a reencontrarme con esa mujer en mí… ¿y vos?