El viento va cantando en el tiempo y el tiempo en el viento. La Quebrada de Humahuaca atraviesa la tierra y las miradas; una extensión de montañas, cerros, caminos y ríos al alcance de todos, con casas de adobe dispersas por ese pedazo de Norte Argentino.
En el 2003, fue declarada Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad. Desde entonces, hoteles, residencias, hostales, posadas, cabañas, restaurantes, casas particulares, se convirtieron en refugios para los miles de visitantes que llegan durante todo el año.
La Quebrada abarca unos 170 kilómetros de sur a norte, desde Volcán hasta Tres Cruces. Toda la extensión es recorrida por el sinuoso Río Grande y la altura a nivel del mar oscila entre los 2.000 a 4.000 metros.
Hay grandeza en los cerros más pintorescos: el de los Siete Colores, la Paleta del Pintor, el de las Señoritas; en fin, Dios, la naturaleza y su pincel.
Y para quienes buscan un poco más, casi detenido en el tiempo existe un pueblito de antiguas edificaciones llamado Uquía. Está ubicado entre Tilcara y Humahuaca, al costado de la Ruta Nacional N° 9.
Su gente cruza por las calles de tierra casi sin hacer ruido, sólo los pájaros llenan el aire de estremecimientos azules, y el viento que mece las copas de los sauces y despeina los verdes maizales de las cosechas.
En Uquía se instaló Sandra Benedetti, docente, bibliotecaria y madre de León y Matías. Vecina de Los Polvorines, pleno conurbano bonaerense, en julio del 2007 llegó a la Quebrada de vacaciones y un año después estaba comprando un terreno en ese pueblito e invirtiendo en un proyecto entrañable: Casa Intiwatana.
“Significa lugar donde amarra el sol”, confiesa y sonríe.
Primero nació como café cultural, es decir un punto de encuentro para presentaciones de libros, música en vivo, recitado de poesías y servicio gastronómico.
Así fue creciendo hasta convertirse en un cálido hospedaje con habitaciones con baño privado, ropa de cama, toallas, toallones, SUM con cocina, heladera, microondas, biblioteca con libros de autores locales, juegos de mesa para niños y una vista panorámica increíble.
“Soy apenas una agregada cultural en Uquía”, bromea en confianza.
Hace tres años que está definitivamente instalada en ese pequeño pueblito que reconoce como su lugar en el mundo. La fuerza del lugar amplió sus inquietudes y además del emprendimiento privado, Sandra dedica horas de su vida a trabajar junto con otras organizaciones de turismo comunitario, grupos aborígenes y referentes vecinales.
Entre otras cosas colabora en la realización de eventos culturales y con una biblioteca en Hornaditas.
“Junto con una amiga somos las madrinas. Todo un honor para nosotras, el espacio lo lleva adelante una familia nativa, buscan fortalecer y cuidar sus valores y costumbres, y el legado y las raíces de sus antepasados.”
Gente que apuesta en grande, invirtiendo en el país y poniendo el corazón en sus proyectos.
“Este es un pueblo de artesanos y agricultores que invita a encontrarse con uno mismo”, invita Sandra al final de esta nota.
Para quienes deseen tomarse unos días, Casa Intiwatana, ubicada en mitad de la majestuosidad del paisaje, espera. Un excelente lugar donde hospedarse y desde allí recorrer todas las ciudades y los puntos turísticos que brinda la increíble Quebrada de Humahuaca.
Pueblo y misterio
Uquía alberga la leyenda del “Cerro de las Señoritas” y una iglesia construida en el mil seiscientos con láminas de oro en su interior; también posee las casas más antiguas de toda la Quebrada y un destino hecho de rondas y cantos ancestrales, de serenatas a la luna en un cielo sin fronteras que espera siempre el regreso del carnaval.
por Víctor Koprivsek