Claudio Gardere (65) estudió Bellas Artes y se dedica a la gastronomía. Junto con su compañera Kari abrieron un lindo espacio sobre la Ruta 26, frente al Dickens, Todo de Campo.
Del Viso es su gente, la historia detrás del rostro, la proyección de las raíces, el presente de los sueños de las familias que eligen este lugar en el mundo.
“Estudié Bellas Artes, después me metí en la gastronomía de la vieja historia, tuve 7 restaurantes, en Todo de Campo buscamos los viejos sabores para que la gente se pueda reconciliar con la cocina de la abuela, tenemos salamines caseros de once gustos distintos”, así arranca contando Claudio mientras corta una rodaja de exquisitez.
Tiene 65 años y un cedro plantado por él en una Navidad en la puerta del boliche.
“Cuando mi viejo compró acá no existía la Ruta 26, la propiedad tiene 80 años. Mi padre fue Legión de Honor por ser parte de la resistencia y piloto caza, conoció a Saint de Exupery y fue muy amigo de Marcel Marceau. Terminó en Del Viso por amor, después de la guerra vino y conoció a mi mamá que vivía en la otra entrada, en Jiménez y La Florida donde mi abuela tenía una quinta enorme, uno de sus hijos, mi tío, practicaba esgrima y así se conocieron con mi mamá, Eloisa Cueto”, comparte con humildad.
Su padre Edward Gerdere fue campeón de esgrima y, entre otras cosas, el Club Francés le encargó la creación de una sala de armas, en 1966, que dirigió hasta su muerte en 1997, hoy es la Salle Gardere.
“Soy de Del Viso de toda la vida, estudié en el Parroquial, fui echado por el Padre Florencio y por eso terminé el secundario en Tortuguitas, protegido por el Padre Thomás; en esa época mi casa era el lugar de encuentro de todos los pibes que se querían ratear, nos veníamos a lo del francés”, sonríe al recordar.
Claudio abrió hace cuatro años, junto con su compañera y esposa Ana Karina Gómez, un lugar muy lindo para recibir amigas y amigos que sepan disfrutar de la buena comida.
“Es muy lindo cuando en la vida uno se divierte trabajando, llegué a Del Viso hace 30 años y hemos pasado por muchos rubros, pero este ha sido el que más permaneció en nuestras vidas: la gastronomía. Somos compañeros en la vida, en el trabajo, con nuestra hija que es fotógrafa y editora. Estamos enamoradas de Del Viso y nos gusta hacer feliz a las personas con nuestra gastronomía, y la gente se va enganchando”, cuenta Kari con tono patagónico.
El lugar tiene una barrita amiga, un ahumadero donde preparan quesos, carnes y fiambres; y un horno romano con una cámara de combustión por debajo que mantiene la masa térmica sobre las paredes dobles hechas de barro y piedras.
La vida es tranquila en Del Viso, la ronda invita a sentir la poesía del día acompañada con un rico vinito y una picada al paso. Gracias por la nota y éxito en el nuevo emprendimiento delvisense.