Un pueblito de calles angostas dibuja, entre las casas de piedra del lugar, un paisaje único, como detenido en el tiempo. El paisaje de las aventuras del Quijote.
Alejado geográficamente de todo y como salido de un cuento, entre las extensas llanuras de la Región De la Mancha, El Toboso atesora una de las historias de amor más reconocidas en el mundo, la del caballero de la armadura y su Dulcinea.
El emblemático personaje andante del Cervantes, el hombre de la triste figura que enfrentó a los molinos de viento con su fiel escudero Sancho como testigo y montado en su Rocinante, amaba con devoción a esta joven campesina idealizada en el corazón y la memoria del héroe manchego.
De fondo, además de la iglesia descripta hace cientos de años y con precisión literaria en el icónico libro, un cielo inmenso, balcones de casas antiguas, ventanas de otros tiempos, el Museo Cervantino con decenas de copias del Quijote resguardadas y traducidas en decenas de idiomas.
A pocas cuadras de allí, la Casa de Dulcinea, un sitio para visitar, abierto al público y conservado por la comunidad.
Conventos de monjas de clausura, un molino de viento frente a la Alcaldía, capillas con jardines tan bien cuidados que invitan al silencio y la contemplación. Tantas cosas hermosas habitan este pueblo de cuento que sería imposible describirlas en una sola nota.
Pero su gente, eso sí que marca la diferencia y es una invitación inexorable para incorporar al Toboso en un recorrido obligado para quienes se aventuran a disfrutar de España. Madrid, Toledo, Segovia y otros lugares.
Ubicado a hora y media de la capital madrileña es imposible no pasar a quedarse una noche en la Patria de Dulcinea.
Y tal vez la suerte les brinda la posibilidad de ser testigos de la Fiesta de su Patrono: el Cristo de la Humildad, con banda de música llenando de magia sus callecitas en una procesión cargada de antiguos sentimientos y profunda Fe.
Ahora, el municipio se prepara para las Jornadas Cervantinas que tendrán varios escenarios en su recorrido.
Un detalle, los tres restaurantes ubicados a la vera de la ruta que atraviesa el pueblo, y donde se come muy bien, se llaman: Dulcinea, Rocinante y El Quijote.
