Federico Del Barba llegó a Del Viso a los 6 años. Es licenciado en Relaciones del Trabajo con una Maestría en Economía Política.

Por Victor Koprivsek
Cuando un labrador tomó la palabra, le dijo a Kalil Gibrán: “Háblanos del trabajo”. Y su respuesta fue: “Trabajáis para seguir el ritmo de la tierra y del alma de la tierra. Porque estar ociosos es convertirse en un extraño en medio de las estaciones y salirse de la procesión de la vida, que marcha en amistad hacia el infinito. Y cuando trabajáis con amor, os unís con vosotros mismos, y con los otros, y con Dios”. (El Profeta, publicado en 1923).
Federico hizo la primaria en la Escuela 10 y la secundaria en el Parroquial de Del Viso. Se recibió en la UBA (CABA) de licenciado en Relaciones del Trabajo y está haciendo la Maestría en Economía Política en la Facultad de Ciencias Sociales de Latinoamérica.
Arrancamos con una pregunta importante:
-¿Qué sentís por Del Viso?
-Es mi lugar en el mundo -respuesta corta y contundente.
-¿Qué pasa con el trabajo hoy?
-Estamos en una coyuntura donde no hay un índice de desempleo amplio, pero sí hay trabajo precario y trabajo no registrado. Esto que llamamos la “uberización del empleo”, trabajo sin seguridad social.
-¿El trabajo dejó de ser un ordenador social ligado a la dignidad humana?
-Esa premisa obedece a otro contexto que no es, quizás, el actual. Hoy no sé si afirmar que el trabajo dignifica como tal, lo que dignifica es la protección social que da estar asalariado y en blanco. Un privilegio de pocos que en realidad debería ser un derecho ¿no?
-Hay una queja generalizada que se sintetiza en una frase, escuchada y repetida: “La gente no quiere trabajar.”
-Como ciencista hay que buscar en las bases y estructuras que generan esa frase, ese pensamiento, y a partir de ahí ver qué elementos hacen que el trabajo sea desgastante. Hay cansancio, tedio, ansiedad, ganas de que sea feriado o fin de semana, sufrimiento de los días domingos por la tarde pensando en el lunes como una repetición cíclica y que no tiene fin.
Dicho esto, nos dimos un apretón de mano y seguimos, cada uno su recorrido, sabiendo que nos volveríamos a encontrar por las calles de Del Viso y los caminos de la vida.