Compartimos la última entrevista que tuvimos el honor de hacerle en diciembre de 2018. Nora Cortiñas, sinónimo de compromiso, lucha, resistencia. Nuestra heroína en todo este lío.
por Noelia Venier
Hay días en que la desesperanza gana. Entonces queremos darnos por vencidos. Basta de pagar, de cumplir horarios, de escuchar las quejas. Hay días en que este país es bastante parecido a la jungla. Y vuelan piedras y balas de goma, los bocinazos aturden, las sirenas ensordecen y los empujones en las veredas nos dejan moretones amarillentos. En esos días pienso en ella y en ellas. En las madres que buscan a sus hijos. Porque nunca más los volvieron a ver y todavía los siguen nombrando. En esos días pienso en Nora Cortiñas y en su casa arbolada en Castelar, a donde vive hace 66 años, edad que hubiese tenido Gustavo. En ella y su risa. Ella y su grandeza.
– Estuviste en muchas situaciones y momentos claves durante todo este año.
– Sí. Y estoy a pura emoción con todo el cariño que recibo. Siento que estuvo bien haber ido a todos los lugares a los que fui. Y también siento mucha preocupación por las medidas adoptadas por la ministra Patricia Bullrich porque peligra no solo la juventud, peligramos todos. Quiere pasar a la posteridad como la mujer de hierro. Creo que el año que viene va a ser muy difícil electoralmente. En el peronismo hay buenos y malos. La izquierda está desunida. Yo no fui antes kirchnerista y no voy a serlo ahora. Cristina tuvo logros, pero también tuvo muchos errores.
– ¿Qué opinión te merece que la cumbre del G20 se haya hecho en Buenos Aires?
– Pienso que vinieron para legalizar o entronizar el ajuste junto con la represión. Primero vino el FMI a establecer las pautas, que Macri cumple al pie de la letra, y después vino el G20 para ratificar la metodología de la política económica.
– ¿Qué sentís que ocurrió con el Ara San Juan?
– Tengo mucha indignación porque hace rato sabían a dónde estaba el submarino. Estuvieron engañando a los familiares y ahora esta actitud muy hipócrita y perversa con la que aseguran que no hay plata para reflotarlo hace que las familias no hagan el duelo como corresponde. No lo quieren reflotar porque mostraría qué sucedió realmente.
– Uno de los temas más debatidos este año fue la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. ¿Qué opinás vos al respecto?
– Ninguna mujer lo hace por placer. Casi siempre que una mujer se hace un aborto, es porque tiene otros hijos y sabe que no los va a poder criar como es el deseo y la necesidad de ella. Vuelvo a recalcar: la mujer pobre es la que se muere; no se muere la que tiene dinero. El Estado es responsable total. La mujer que aborta lo hace porque la induce la situación económica y la política económica del Gobierno. La ley no se aprueba porque es un negocio, porque hay mucho desinterés y porque la Iglesia Católica, que bendijo los vuelos de la muerte, la tortura de mujeres embarazadas, la apropiación de bebés, también tiene intereses para que no se apruebe; de ninguna manera acepto que se meta en un tema tan privado de las mujeres porque pregona que defiende la vida cuando en la Dictadura no le importó nada la vida de nadie.
– ¿Y Santiago Maldonado?
– Desaparición forzada seguida de muerte. Llegué el segundo día después de que se denunciara su desaparición. Vi hasta donde llegó la Gendarmería. No estuvo 80 días sentado a la vera del Río Chubut. Santiago molestaba al sistema. Un pibe que no era mapuche pero que fue a esa zona para apoyar su lucha podía contagiar a otros, por eso tuvieron que disciplinar a la sociedad sacándolo del medio.
– ¿Cómo ves el barrio?
– Cada tanto voy a almorzar o a cenar a La Tarzán. Todo lo que puedo comprar o consumir en Castelar, lo hago acá porque creo que los vecinos tenemos que apoyar y colaborar con el comercio local. El hecho de salir de compras un sábado a la mañana hace que me encuentre con mis vecinos. Sigo tomando el Sarmiento para ir al centro. Apoyé a los trabajadores cuando hicieron paro. Me parece un espanto que se hayan muerto 51 personas en un accidente que fue dejadez del Estado. Los trenes no estaban ni cuidados ni acondicionados.
La mañana transcurre en su casa con jardín verde y pájaros cantores. Y el teléfono le suena a cada rato y las invitaciones llegan y ella nunca dice que no. Y se ríe y su risa es contagiosa. Nora que está en todos lados. Nora que es madre y abuela y bisabuela.
“Los nietos y bisnietos son la parte de la vida que es muy hermosa porque uno ve la prolongación de su familia. Yo digo que a raíz de la desaparición de Gustavo no puede disfrutar a mis nietos (tengo tres, Lucía, Ezequiel y Damián). Fue una búsqueda intensa. Los primeros años estuve como loca de acá para allá sin fijarme en horarios ni lugares. Toda esta lucha es visceral, no es razonada; y no nos la pueden quitar ni borrar con decretos ni leyes. La historia de un hijo o una hija no se pierde ni un minuto del día. Todo el tiempo es buscar qué podés hacer, qué tocás que les pertenecía a ellos. No se puede decir hoy me olvido. Hoy no me olvido ni me olvidaré jamás”.
La emoción gana. Y los ojos que tanto vieron y buscaron se ponen acuosos.
“Cuando veo a los jóvenes, pienso que en lugar de que me conozca todo el mundo, preferiría tener a Gustavo. No cambio nada por haberlo podido ver criar a sus hijos… Los 30.000 desaparecidos querían lo mismo por lo que ahora lucha este pueblo, la justicia social, que las familias tengan para comer, que todos los chicos puedan ir a la escuela, viviendas dignas. No eran fantasías, querían un país con justicia social”.
Norita representa a todas y cada una de las madres que cuando salen a las calles, lo que buscan es que se realicen los sueños de sus hijos e hijas. Los sueños que les desaparecieron cuando se los llevaron. Hoy siguen haciendo una ronda, inmensa, cada vez más grande, porque todavía se desaparecen sueños.
“Este pueblo está en resistencia permanente. La esperanza, el aliento tiene que estar en seguir la lucha, se tengan o no se tengan familiares desaparecidos o presos o asesinados. Somos un pueblo con conciencia política de solidaridad. Seguimos aquí y allá luchando por un país con vida digna, para todos y todas. La solidaridad no implica obligaciones, implica compromiso. Por compromiso yo no me quedo quieta, no me quedo tranquila, salgo a pelear todos los días. Ese es el mensaje. No hay que quedarse en silencio, no hay que conformarse ni resignarse. Debemos recordar todos los días».