Luís Yanca (44), otro que volvió al pago después de vivir varios años en Chile.
Cuando uno se va de Derqui es porque está cansado o porque quiere buscar nuevos horizontes para progresar. O ambas cosas.
El tema es que si tu infancia fue de barrio, si aprendiste a nadar en la pileta del Unión, si jugaste al básquet en el Derqui, si la esquina fue tu casa, si probaste las hamburguesas de la Montevideana, si fuiste a bailar a Aranjuez, si los domingos desayunabas con las medialunas de Boragno, si fuiste alguna vez a una guitarreada del Tío Dick o un Café Literario del Negro Sarco, si hiciste un gol sobre la hora en el potrero del barrio rival, si estudiaste en la 11… y así podría seguir por varios renglones más.
En fin, la República de Derqui no se olvida fácil.
“Se extraña mucho Derqui, estando lejos uno se pregunta qué será del Unión, qué será de aquel. Y mirás el Facebook y es peor”, arranca Luís, birrita de por medio, contando a El Apogeo sobre su eterno retorno.
Se fue con su familia a probar suerte a Chile, donde pasaron muchos años.
“Yo estuve muy bien allá, tuve pizzería en Santiago de Chile y volví hace ocho meses. Ahora vivo en mi barrio de toda la vida, Barrio Toro”.
Anécdotas, recuerdos, preguntas sobre este y aquel, qué fue de la vida de ese otro, cosas del tiempo. Ganas de saber.
“Mi hija volvió con todo el secundario completo y un título de gastronomía, ahora está en Mar del Plata, consiguió un muy buen trabajo allá”, cuenta el vecino acodado en la barra del nuevo bar del “pelado” Bazán ubicado sobre la Ruta 234 en el Barrio La Cautiva.
“Nosotros nos fuimos en familia y volvimos en familia, jamás nos separamos”.
Así, de nuevo por el pago, Luisito Yanca anda rescatando nostalgias, feliz de haber vuelto. Nadie se va del todo. Derqui tira.