Por Olga. E. Cariola
Queridos lectores les traigo la historia de los que sobre una bicicleta marcaron una época de oro en el ciclismo de la zona, antes de meterme de lleno en los recuerdos de estos pioneros de las dos ruedas, volveré en el tiempo, un poco atrás.
Los registros marcan que las primeras competencias se remontan a 1912, donde los Fernández, Abba, Bertolas, Perone y Ferreyra dejaron su huella.
Ni hablar del mítico Ernesto Contreras.
Ya más cerca llegaron Najar, Saldaño y los hermanos Curruchet. Después Domingo Pavan, Osvaldo Mendiguren, David Lagomarsino y Pedro Bottarelli.
Algunas anécdotas y contratiempos, a veces risueñas, otras no tanto, pintan el perfil de estos muchachos que volcaron en éste deporte toda su pasión.
Por ejemplo, cuando eran menores de 16 años, Paván y Bottarelli fueron seleccionados para representar a la zona (Pilar, Derqui, Gral. Rodríguez y Luján) en la final provincial que se corría en la Costanera, Capital Federal; faltando 200 metros para la meta, a Pedro Bottarelli se le rompió la horquilla y los que venían atrás lo pasaron por encima.
Volvió a Pilar en ambulancia y sin premio.
En una oportunidad, Domingo Paván, corría la Doble Cazador (Escobar), llegó a la meta junto a Mendiguren, lo increíble fue que lo esperó y cruzaron la meta juntos y abrazados recibieron la bandera a cuadros, cuando le entregaron la copa la partieron mitad para cada uno. Tal era el grado de compañerismo por esos años.
En 1945 Lagomarsino y Paván fueron seleccionados para la final de menores de 18 años que se corría en el KDT de Palermo. Luego de ganar su serie y mientras esperaban la final, decidieron descansar a la sombra de un árbol, Entonces se acercaron tres personas y los saludaron: – ¿Qué tal muchachos, descansando?
Ambos ciclistas se miraron y no lo podían creer que uno de ellos fuera nada más y nada menos que el Gral. Juan Domingo Perón.
Esta es sólo una parte de la época dorada del ciclismo pilarense, llena de historias, pasiones y sueños con jóvenes que dejaron su huella.
Espero lo hayan disfrutado, nos reencontramos en una próxima entrega.