El sueño de tener un huerto en casa y trabajar la tierra con nuestras manos puede hacerse realidad. A continuación, consejos prácticos y sencillos.
Cultivar nuestros propios vegetales es, además de una actividad excelente para compartir con los niños que haya en la familia, una forma de conectarse con la tierra y un reencuentro con una filosofía de vida olvidada.
Cualquiera, con algo de espacio, una mínima dedicación y conocimientos básicos de horticultura, puede cultivar con éxito desde hierbas aromáticas en el alféizar de una ventana hasta hortalizas en la terraza o en un pequeño huerto de jardín.
Lo primero que hay que tener en cuenta es cuáles son las especies que sembraremos de acuerdo a nuestro gusto y época del año en la que nos encontremos. Al igual que las frutas, las verduras tienen cada una su período de plantación.
Lo mejor es combinar en nuestro huerto distintas especies, mezclar muchas plantas diferentes y crear pequeñas selvas de hortalizas. Eso sí, debemos ser conscientes de que no podemos mezclar todas las especies a nuestro antojo; por ejemplo, si optamos por los tomates, tenemos que saber que no se llevarán bien con los pimientos, las berenjenas y las papas.
A la hora de empezar es importante restringirse y controlar la impaciencia. Conviene comenzar con un cultivo rápido, como la lechuga. También, una forma ideal para comenzar son las hierbas aromáticas y medicinales, fáciles de cultivar.
El siguiente punto es pensar el espacio. Puede ser una pequeña parcela en el jardín; otra opción es el balcón, que por lo general es el ambiente de la casa menos aprovechado, pero usando la imaginación y con un poco de originalidad podemos transformarlo.
La luz es un factor muy importante para tener en cuenta. En principio, se necesita un mínimo de 5 ó 6 horas de sol al día.
El riego es la labor que más tiempo requiere. Es necesario utilizar una regadera o una manguera con muy poca presión; un pequeño hilo de agua será suficiente. La cantidad que utilicemos dependerá bastante de la densidad de nuestro cultivo y su frecuencia irá en relación con la época del año.
Es aconsejable abonar la tierra con sustratos vegetales y abonos orgánicos para que la calidad de la verdura será mejor.
Deberemos estar siempre atentos a las plagas, dispuestas a aparecer y a deteriorar la cosecha.
Con todas estas indicaciones, es difícil poner una excusa para no disfrutar de nuestro propio huerto en casa. El desembolso económico es realmente bajo para la producción que podemos conseguir y además, por si fuera poco, la calidad de las verduras y las hortalizas poco tendrá que ver con las de un mercado, ya que podemos dejarlas madurar en el huerto hasta que estén en su punto óptimo.
La idea es transformar el jardín o la terraza o el balcón en un espacio de disfrute, de manos embarradas, olor a menta y a tomate. Es algo para compartir con los nuestros, para volver a lo simple: el contacto con la naturaleza.